ANDREA Y SU SUEÑO DEL FÚTBOL
Ane García
1er capítulo: Buscando el sueño
Andrea es una chica de trece años a la que le gusta mucho el fútbol, su equipo favorito es el Real Madrid y no se pierde ninguno de sus partidos. Además, los ve con su mejor amiga, Ana. Ana y Andrea tienen muchas cosas en común, por ejemplo: que les apasiona el fútbol, que su equipo favorito es el Real Madrid, que su comida favorita es la ensalada…
El caso es que en el colegio de Andrea (San Viator) no hay ningún equipo de fútbol, porque les gusta más el baloncesto, pero hay gente de su clase que quiere jugar al fútbol en su cole. Un día en el patio, Andrea y Ana pensaron que podrían pedirle al director que creara un equipo de fútbol y ahí se podrían apuntar todas las personas a las que les gustara. Pensaron también que para pedirle eso, antes debían tener a más gente de su lado para demostrarle que no eran las únicas, y que, si les hacía ese favor, iban a ser muy felices.
Al día siguiente, al entrar al cole, preguntaron en su clase y en la otra a ver quién se quería apuntar al equipo de fútbol de su cole, y que, si se querían apuntar, que les dejaban un papel para poner su nombre y así les apuntarían. Cuando recogieron los papeles, vieron que eran justamente 11, y también vieron que las personas que se habían apuntado eran 6 chicas y 5 chicos, para así poder realizar un equipo mixto. Los nombres iban en este orden:
-Andrea (2ºB)
-Ana (2ºB)
-Sofía (2ºA)
-Olivia (2ºB)
-Lucía(2ºA)
-Mia (2ºA)
-Izan (2ºB)
-Miguel (2ºA)
-David (2ºB)
-Marcos (2ºA)
-Alex (2ºB)
Después (a la hora del patio), fueron a dirección a ofrecerle su petición al director (el señor Hernández), y por suerte, aceptó. Claro que aceptó, pero con una condición: antes tenían que conseguir 300 firmas de algunos alumnos del colegio. Ellos no tuvieron ningún problema porque lo único que querían era tener un equipo de fútbol, así que salieron de la sala, y fueron corriendo a hacer varios carteles para que la gente pudiera firmar.
Al salir del cole, Andrea cogió su móvil y creó un grupo de WhatsApp que se llamaba “la fundación”. Le puso ese nombre para que ahí pusieran todos los del nuevo equipo cuántas firmas llevaban. Cuando ya había metido a todos, les explicó la razón por la que lo había llamado así, y empezaron a conseguir firmas.
-Lucía y yo ya hemos conseguido 50-escribió Mia.
-Sofía y yo también-puso Olivia.
– ¡Y nosotras! -puso entonces Andrea hablando por ella y Ana.
Ya llevaban 150 firmas, eso quería decir que sólo les quedaban otras 150 para terminar y tener un equipo. Entonces fue cuando Izan puso:
-David, Miguel y yo tenemos 50, como vosotras-escribió.
-Que bien, pues Marcos y yo también tenemos 50-puso Alex.
Solo les faltaban 50 firmas, y como eran 4 parejas y un trío, decidieron repartírselo y así cada pareja tendría que conseguir 10 firmas más.
Al siguiente día, Andrea se encontró a un chico que le parecía conocido, se acercó y le pregunto a ver si era del cole, como era de esperar, él le dijo que sí. Ese chico se llamaba Mario, e iba a 3ºB. Andrea prosiguió a explicarle su situación y preguntarle si le podía firmar en el papel.
Después de varias horas, ya consiguieron todas las firmas y estaban ansiosos por llevárselas al director. Por la tarde, se lo dieron y el director les dio su aprobación. ¡Ya tenían equipo! “Sólo” les faltaba:
-Conseguir entrenador y campo de entrenamiento.
-Pensar un nombre.
-Conseguir una equipación.
-Entrar en la liga.
-Ser jugadores de fútbol profesionales (opcional y muy difícil)
2º capítulo: El nuevo entrenador
El primer problema que tenían que solucionar era que no tenían ni un entrenador ni un campo de entrenamiento. Lo del campo era fácil y lo solucionaron rápidamente porque, los entrenamientos los podían hacer en el polideportivo del cole, pero lo del entrenador no era tan fácil. Tenían que comentárselo al director, y buscar un entrenador apropiado y con el que los jugadores aprendieran mucho, y eso hicieron. A la hora del patio, fueron a hablar con el señor Hernández, él les dijo que no había problema, que le costaría un poco pero que lo acabaría consiguiendo.
Después del patio, el señor Hernández entró a las clases de los jugadores, y les preguntó si podían salir un momento, todos dijeron que sí, porque no querían estar en clase. Cuando ya estaban todos, empezó a contárselo: ya había encontrado un candidato, y podían empezar a entrenar el próximo martes, de cinco y media a siete. También les dijo que, si no les gustaba, se lo podían comentar y ya lo cambiaría, pero que creía que no sería así. Todos le respondieron con un ¡VALE!, ¡POR FIN! Y con eso le dijeron todo, cuando ya terminó de hablar, cada uno se fue a su clase, con mucha emoción de que ya pudieran entrenar en un equipo de verdad.
El martes, todos estaban ansiosos por ver al nuevo entrenador y entrenar con él por primera vez, y querían que pasaran ya todas las horas de clase para poder ir a jugar. A la hora del patio, todos fueron al hueco que había al lado del polideportivo, y se pusieron a hablar sobre cómo se imaginaban que era el nuevo entrenador, que la verdad, no sabían ni su nombre.
-Seguro que es rubio y de ojos azules. – dijo Lucía muy convencida.
-Yo creo que lleva gafas. – contestó Miguel también convencido.
-Nosotras creemos que es un poco feúcho. – dijeron Mia y Sofía a la vez.
-Pues yo creo que se llama Javi, como mi padre. -opinó Alex.
-Bueno, chicos, no os hagáis ilusiones, que no sabemos cómo es. – interrumpió Andrea.
Siguieron hablando hasta que sonó el timbre para volver a clase, pero los de B siguieron así hasta que llegó la profesora, que les tuvo que llamar la atención porque estaban hablando cuando ella estaba ya en clase a punto de dar la lección.
Por la tarde, estaban más nerviosos que nunca, ya que estaban a punto de conocer a su entrenador, que no lo conocían de nada, pero estaban seguros de que les iba a caer bien.
Ya eran las cinco y todos los del equipo esperaban con muchas ganas al entrenador. Entró por la puerta un chico joven, no lo conocían de nada, y supusieron que era el nuevo entrenador.
– ¿Tú vas a ser nuestro entrenador? – preguntó Olivia.
-No, yo soy el entrenador de baloncesto, pero el entrenador está a punto de llegar. – contestó él. -Mirad, ahí está.
– ¿Dónde? – le preguntaron todos a la vez, sin ver a nadie.
-Es ella, aquí viene. – les dijo él.
Todos se quedaron sorprendidos, no pensaban que fuera a ser una chica, pero tampoco que la chica iba a ser así.
-¡Qué guapa! – susurró Marcos.
La chica era muy guapa, iba muy arreglada y no parecía jugadora de fútbol. Y no era ni rubia, ni tenía ojos azules, ni llevaba gafas, ni mucho menos, se llamaba Javi. Era justo lo contrario: era morena, tenía los ojos verdes y no llevaba gafas.
-Hola, me llamo Lucía, ¿y tú? – preguntó ésta rápidamente.
-Hola, yo me llamo Claudia, ya sé que no os esperabais que yo fuera a ser vuestra entrenadora, pero quiero que sepáis que sé lo que hago y, además, soy una de las mejores jugadoras de fútbol de España, quedé segunda en el campeonato nacional. – le contestó la nueva entrenadora.
– ¡¿En serio?!- preguntaron todos, sorprendidos.
-Si, pero bueno, ¿no queréis que empecemos a entrenar? – les preguntó.
– ¡Sí, sí! – contestaron.
Cuando ya prepararon todo y calentaron, empezaron a entrenar, Claudia les reunió.
-A ver, vamos a empezar con algo sencillo para que yo vea vuestro nivel, y así os diré en que posición vais. – les dijo.
-Yo quiero ser portera, ¿puedo hacer el entrenamiento que hacen los porteros? – preguntó Mia.
-Bueno, eso habría que verlo, pero en principio, si nadie más quiere, sí que podrías. – le contestó Claudia.
– ¿Alguien más quiere? – preguntó de nuevo Mia deseando que nadie dijera nada.
Como nadie dijo nada, prosiguieron con el entrenamiento (Mia el de portera y el resto de los que quedaban). Al final del entrenamiento, Claudia les dijo la posición que iban a tener:
-A ver, Izan, Andrea y Ana vais a ser delanteros, Lucía, Sofía y Alex centrocampistas, David, Miguel, Olivia y Marcos defensas y Mia portera. El próximo día empezaremos con algo más duro, para que os empecéis a acostumbrar.
– ¡Qué bien! – dijo Alex emocionado.
-Bueno, yo me tengo que ir, adiós. – dijo Marcos apresurado.
Todos le dijeron ADIÓS y se fueron después de unos minutos.
3er capítulo: ¿Gacelas o guepardos?
Ya tenían equipo, entrenadora, campo, posición…pero todavía les quedaba pensar un nombre, bueno, pensarlo no, tenerlo. Esto pasó porque las chicas querían llamarse “las gacelas”, pero los chicos no, ellos se querían llamar “los guepardos”. El caso es que los dos nombres tenían cosas en común: son animales, corren mucho…como no se decidían, se fueron a sus casas y ya lo solucionarían otro día.
El jueves, en el entrenamiento, Andrea le pidió el número de teléfono a Claudia para poder añadirle al grupo, por si tenían que hablar de algo del equipo.
Al siguiente día, en el patio, el equipo se reunió en el rincón de al lado del polideportivo para hablar del nombre:
-Yo creo que tiene más sentido llamarse “los guepardos” porque son los animales que más corren, y así cuando vean nuestro nombre, se asustarán pensando que corremos mucho. – explicó Miguel.
-A ver, pero cuando jueguen contra nosotros, verán que no es verdad y se lo dirán a todo el mundo, acabaremos humillados, además, “las gacelas” es un nombre más bonito, y suena mucho mejor que “los guepardos”. – dijo Ana contrariada.
Siguieron hablando, pero sin Sofía, porque se había ido al médico antes del patio.
Después del fin de semana, le contaron a Sofía lo que hablaron el viernes, pero como no tenían mucho tiempo, lo hablaron mejor en el patio:
-A mí no me gusta ninguna de las opciones de nombre. – dijo ella. -es que “las gacelas” suena muy femenino y “los guepardos” muy masculino, y se supone que somos un equipo mixto. – repitió.
-Y si no te gusta ninguno de los dos, ¿qué propuesta nos das? – le dijo Alex un poco enfadado.
-Pues yo había pensado que nos podíamos llamar “The Bears” que es bonito, y en inglés no suena de ningún género específico. – les explicó Sofía.
-Pues a mí me gusta mucho. – dijo Ana.
-A mí también. – dijo Miguel.
A todos les gustó la idea de Sofía, y el martes, se lo contaron a Claudia.
-Bueno, ¿y qué te parece? – le preguntó Andrea a la entrenadora.
-Pues, me parece un nombre muy bonito y original, pero, siento deciros que ya hay un colegio con ese nombre, así que no os vais a poder llamar así, y tendréis que pensar otro nombre. – les comentó Claudia.
– ¿Os parece bien que sigamos teniendo el nombre en inglés?, así no suena de ningún género específico. – preguntó Olivia.
Todos dijeron VALE, y empezaron a entrenar mientras pensaban en un nombre.
Al final del entrenamiento, comentaron si tenían algún nombre pensado, había varios, pero el que más les gustó fue el que se le ocurrió a Miguel: “The Lions”.
-Osea que, ¿os gusta? – preguntó éste.
-Sí, ¡me encanta! – le contestó Ana.
A todos les encantó, y como ese nombre no estaba cogido, no se lo pensaron dos veces y fueron a la siguiente fase del plan: conseguir el suficiente dinero para comprar una buena equipación.
4º capítulo: ¿Qué le pasa a Olivia?
Estaban a jueves, un día muy soleado y caluroso, todos deseaban que acabara la semana, excepto el equipo de fútbol de Andrea, ellos estaban deseando recopilar mucho dinero para conseguir su equipación, era en lo único en lo que pensaban. En el patio, se pusieron a hablar en el inaugurado club “The Lions” (así es como lo habían llamado).
-Bueno, yo puedo poner algo de dinero de mis ahorros y mis padres van a darme más- explicó Ana.
-Yo igual- dijeron todos, bueno, todos menos Olivia, ella se quedó callada durante todo el patio, sin decir palabra.
No sabían lo que le pasaba, pero pensaron que sería que no estaba de humor, que no había tenido un buen día… y lo dejaron pasar.
En el entrenamiento, le contaron a Claudia lo que habían hablado en el patio, y empezaron a hablar sobre cuánto dinero podía llevar cada uno.
-Yo puedo llevar unos 30 euros de mis ahorros más lo que me quieran dar mis padres- dijo Alex.
-Yo tengo el dinero de mi comunión, que sabía que al final, lo necesitaría para algo, y con eso tengo suficiente, de momento, no hace falta que mis padres me den dinero- explicó Andrea.
-Si todos seguimos así, ya quedará mucho menos para conseguir una equipación en condiciones- les dijo Claudia a todos.
En realidad, para que cada uno pagara su equipación, tendrían que pagar 30 euros cada uno, pero no sabían si alguien necesitaría dinero, no tendría suficiente… osea que decidieron llevar más.
-Una cosa, ¿alguien me podría dejar un poco de dinero? Es que…- dijo Olivia nerviosa, como si le diera corte decir algo.
-Tranquila, si quieres yo te puedo dejar, que tengo bastante- contestó Marcos, interrumpiendo a su compañera.
-Vale, muchas gracias- le agradeció Olivia.
Ya tenían que volver a casa porque se había acabado la hora del entrenamiento, pero Andrea no dejaba de pensar en qué le pasaba a Olivia. “Si Marcos no le hubiera interrumpido, a lo mejor ya sabríamos lo que le pasa y le podríamos ayudar más” pensó. Pero como tenía que empezar a estudiar, se centró en el examen y pensó que ya se lo preguntaría otro día.
Al día siguiente, de camino al colegio, Andrea se dio cuenta de que estaba sola con Olivia y, aprovechó a decirle algo en privado:
-Oye, ayer te vi un poco nerviosa y, quiero que sepas que estoy contigo para cualquier cosa, si me lo quieres contar, yo te apoyo- le dijo Andrea a su amiga.
-Si, la verdad es que tú ya sabes que vivo sola con mi abuela, últimamente ha tenido que pagarme muchas cosas, y no quiero que se gaste más dinero en mí, osea que me he tenido que pagar el fútbol con mis ahorros, pero no me queda mucho más dinero- le contó ésta a su amiga.
-Bueno, cuando necesites dinero, que no te dé vergüenza pedírmelo, que somos amigas y para eso estamos las amigas- le dijo Andrea.
-Muchísimas gracias. Tú si que eres una amiga de verdad- le agradeció Olivia.
Ya habían llegado al cole, y Olivia había acabado más tranquila después de contárselo todo a su amiga, y por otra parte, Andrea estaba contenta por que había descubierto lo que le pasaba a Olivia. Entonces, entraron a clase y empezaron a dar la lección.
5º capítulo: Directos a la liga
Ya habían conseguido casi todo, pero todavía se tenían que apuntar en la liga y comprobar que estaban todos, así que, al siguiente día de entrenamiento, no se lo pensaron y fueron directos a apuntarse.
-Veamos: Andrea, Ana, Marcos, Alex, Lucía, Olivia, Sofía, Izan, Miguel, David y Alex. ¿Está bien? – preguntó Claudia.
-Y Mia- le corrigió Ana.
-Ah, es verdad- dijo Claudia.
La entrenadora les dijo que ya les inscribiría más tarde, que tenían que entrenar, y empezaron con algo bastante simple: tirar a portería.
-Una cosa, ¿queréis venir a mi casa después del entrenamiento para ayudarme a inscribiros en la liga? – preguntó Claudia. -Y así aprovecho a daros las equipaciones, que ya han llegado-
-Bueno, yo no puedo ir, es el cumple de mi hermana, ya me daréis la equipación- le contestó Izan.
A los demás les pareció bien y quedaron para ir andando hasta casa de Claudia. Al salir del entrenamiento, se dirigieron al chalé que tenía la entrenadora, y fueron hablando sobre qué iban a hacer el “finde”.
-Bueno, aquí estamos- dijo Claudia.
Todos se quedaron asombrados al ver la enorme casa de su entrenadora.
-¡Qué bonita!- dijo Mia.
-Ya, no me la esperaba así- dijo también David.
La casa tenía un grande y espacioso jardín, varias habitaciones, un salón muy bonito, y tres cuartos de baño que estaban llenos de cuadros de plantas y árboles. Entraron a una habitación que parecía la más pequeña, pero a todos les asombró que fuera lo contrario, era la habitación más grande de la casa, estaba llena de ordenadores y objetos de programación.-Claudia, ¿por qué hay tantos ordenadores en esta sala? – preguntó Miguel interesado.
-Verás, ya sabéis que yo fui una jugadora de futbol profesional, pero que nos retiramos a una edad temprana, pues ahora me dedico a la informática, y como esta habitación estaba libre, decidí convertirla en una sala de informática- explicó la entrenadora.
La verdad es que no se esperaban eso, pero les pareció un trabajo muy interesante y volvieron a lo que estaban. Encendieron uno de los ordenadores y entraron en la federación de fútbol para apuntarse.
-A ver, decidme si me olvido de algún nombre: Sam, Ana, Sofía, Lucía, Mia, Olivia, David, Marcos, Izan y Miguel- dijo Claudia.
-Y Alex- le recordó David.
-Perdón, pero no se por qué siempre se me olvida algún nombre- añadió la entrenadora.
Todos se rieron y después continuaron con lo que estaban haciendo, no querían perder tiempo porque querían terminar la inscripción lo antes posible. Una vez terminaron, les llegó un mensaje en el que ponía: “inscripción a la espera de confirmación, tendrá que esperar 24 horas para saber si todo ha sido realizado correctamente”.
-Bueno, ya está hecho, el jueves os comento todo, pero tendremos que esperar un día para estar informados- dijo la entrenadora.
Ya era jueves, y cuando se reunieron en el entrenamiento, Claudia les contó que habían conseguido entrar en la liga y que el sábado tenían su primer partido, iban a jugar contra en colegio Marianistas.
6º capítulo: El primer partido
El viernes, todos estaban ansiosos por jugar su primer partido de liga, y querían terminar el horario de clase para poder entrenar por la tarde para practicar algunas técnicas.
– ¡Que nervios! – dijo Ana.
-Por fin vamos a jugar en un equipo de fútbol de verdad- añadió Alex.
-Y, además, puede que ganemos- dijo Andrea emocionada.
-Chicos, no os emocionéis tanto, lo intentaremos, pero, a lo mejor no ganamos- les interrumpió Miguel.
A la hora del patio, todos seguían igual de nerviosos, porque, al fin y al cabo, iba a ser su primer partido de la liga de fútbol, y no sabían que tal lo iban a hacer. Se sentaron en su club todos juntos para hablar de un par de técnicas que tenían pensadas. Cuando sonó el timbre, tardaron un poco más de lo habitual en llegar a clase, ya que se quedaron hablando y no escucharon el timbre, se dieron cuenta gracias a Lucía, que se fijó en que no había nadie en el patio, solo ellos.
Después de terminar las clases de la mañana, regresaron a sus casas rápidamente porque querían comer lo antes posible para bajar al campo de fútbol de al lado de casa de Mia, aprovechando que los viernes a la tarde no tenían clase.
-Hola mamá- dijo Andrea sofocada al llegar a casa.
– ¿Por qué hablas así? – le preguntó la madre a Andrea.
-Es que he venido corriendo para no perder más tiempo, y estoy muy cansada- le explicó la niña a su madre.
Andrea y todos sus amigos empezaron a comer tan rápido como si no hubiera un mañana, y luego se prepararon para ir al campo de fútbol. La primera en llegar fue Mia, ya que el campo de fútbol estaba al lado de su casa, y estuvo esperando varios minutos a que llegara alguien. Entonces fue cuando vio que se acercaba Marcos, después llegó Andrea, luego Izan, y así hasta que estaban todos. Lo primero que hicieron fue algunos pases fáciles hasta llegar a portería, y entonces chutar para comprobar la puntería y a ver si Mia paraba el gol.
-Yo creo que habiéndolo hecho 10 veces ya vale, ¿hacemos otra cosa? – preguntó Miguel.
-Por mi bien, pero, ¿qué queréis hacer? – contestó Sofía.
A Olivia se le ocurrió que podían hacer un pequeño partido para practicar un poco de todo.
– ¿Puedo ser árbitra? – preguntó Lucía- alguien tendrá que pitar las faltas.
Como a todos les pareció bien, empezaron haciendo los equipos, y se quedaron así: Andrea, Sofía, Mia, Miguel y Marcos por un equipo, y por otro Ana, Olivia, Izan, David y Alex, y decidieron que los porteros serían Mia e Izan. Cuando empezaron con el partido, eran las 15:30 y acabó a las 17:00, y después inventaron juegos y actividades nuevas que se les ocurrieron y podían servirles como ayuda.
El sábado, Andrea casi no pudo dormir de lo nerviosa que estaba, pero se despertó a las 8:00, porque el partido lo tenían a las 9:30. Después de prepararse, anduvo hasta el portal de casa de Olivia para ir juntas al colegio.
Cuando llegaron, estaban todos esperando a Andrea y a Olivia, y empezaron a calentar. A Andrea le sorprendió ver una cara conocida, pero parecía un estudiante del cole, resulta que era Mario, el chico de 3ºB al que le había tenido que pedir una firma, no sabía porque había ido a su partido, pero, la verdad es que desde que le tuvo que pedir una firma, a Andrea le pareció un chico majo y guapo, le gustaba. No se atrevía a preguntarle por qué había ido, pero no dejaba de pensar en ello, lo que hacía que se desconcentrara.
Llevaban un cuarto del partido, y al equipo de Andrea le habían metido ya un gol, un gol imparable, iba demasiado rápido, y eso hizo que se desilusionaran bastante, pero justo antes de que fuera la mitad del partido, Alex metió un gol, iban empatados, la otra mitad del partido era decisiva.
Andrea estaba en el banquillo, vio que se acercaba Mario, y se puso muy nerviosa porque la única que estaba en el banquillo era ella, entonces, se suponía que el chico quería tener una conversación con ésta.
-Hola, Andrea ¿verdad? – preguntó Mario.
-Si, la misma- dijo la chica.
-Verás, quería decirte que estás jugando muy bien, y que eres muy maja, desde que te vi el otro día me gustaste, pero no me atrevía a decírtelo, y me he acordado de que teníais partido, osea que he venido a verte y a decírtelo- le explicó éste a Andrea.
-Bueno…- añadió Andrea sin poder terminar la frase.
La chica quería decirle que a ella le pasaba lo mismo y que también le gustaba, pero no le salían las palabras de los nervios que tenía.
-La verdad es que a mí me gustaste desde el primer momento que te vi también- dijo Andrea.
Ya tenía que empezar la otra mitad del partido, y Andrea se sentía más tranquila después de haberle contado todo a Mario. Antes de que saliera, Mario se sintió tan suelto, que le dio un beso a Andrea, eso hizo que la chica se pusiera más nerviosa de lo que estaba, pero le dio fuerzas para el partido.
Al empezar, iban todos un poco tranquilos, pero el equipo de San Viator se puso las pilas, y fue cuando Andrea metió gol. Todos se pusieron muy contentos, sobre todo Mario, pero fue un disgusto para los de Marianistas, ya que era muy difícil meter un segundo gol en menos de 15 minutos.
El partido había acabado, y el equipo de Andrea había ganado, estaban muy emocionados, habían ganado su primer partido, y se supone que Andrea había conseguido un novio, quizás era demasiado rápido, pero era verdad, y si seguían ganando todos los partidos, sería más fácil llegar a ser jugadores de fútbol profesionales.
