Noche en vela
Capítulo 1¿Alguna vez te has fijado en que, a veces, los gustos te llevan a hacer cosas estúpidas?
Cuando te gusta algo harás cualquier cosa por conseguirlo. Pero no solo los humanos, los animales también matan por conseguir lo que quieren: comida, cobijo y otro de su especie para aparearse. Sobrevivir.
Pero nada comparado con lo que yo llegué a hacer.
Bueno empezaré por el principio. Me llamo Nagore, soy vasca, aunque me críe en Madrid y me encantan los animales. Mis preferidos son los leones.
Todas las tardes voy a verlos al zoo. Suelo estar en la zona de los felinos. No sé por qué, pero aquellos mamíferos me ayudaban a relajarme y aclararme. En parte, me parecía a ellos. Ambos éramos peligrosos, tanto enfadados como si no, teníamos mucho pelo y solo comíamos carne (bueno, yo solo quería comer carne). Me da una envidia terrible que no puedan comer verduras. Las uñas retráctiles que tienen también están geniales.
En una esquina había un banco en el que solía hacer los deberes. Estaba muy cerca de los leones. Lo sabía todo sobre ellos. Que los trajeron del zoo francés La Citadelle de Besançon, que se alimentan de grandes trozos de carne fresca de animales ya sacrificados, que son de los pocos leones hindúes que hay allí… Ya sé que es un poco raro que sean de La India pero también hay leones allí, aunque muy pocos y es muy extraño ver alguno. Los dos leones asiáticos del zoo eran la razón de que me pudiera concentrar en clase. Cuando algo no me sale en clase, pienso en ellos, en sus características y en por qué son mis animales preferidos.
El zoo cerraba a las 20:00, pero yo solía quedarme hasta tarde porque mi tío era el guarda de seguridad nocturno y me dejaba estar después del cierre. A él también le encantaban los animales, es más, se cogió ese trabajo para poder mirarlos a solas, sin que nadie le molestara. Bueno, conmigo detrás para preguntarle distintos rasgos de los animales. A él no le importaba porque de pequeño, era igual. Sin duda mi tío Antonio es el mejor y su trabajo también.
Cuando terminaba de hacer los deberes y me cansaba de preguntarle a mi tío sobre los animales del zoo, cogía mi bici y me iba a casa a dormir. Vivía muy cerca de la Puerta del Sol así que, tenía unos cuarenta minutos hasta llegar a casa. Allí vivía con mi madre, mi padre y mi hermana pequeña Susi.
Mis padres no estaban muy de acuerdo con que yo llegara tan tarde, así que siempre tenía que enseñarles los deberes que había hecho aquel día para asegurarse de que trabajaba las horas en las que estaba en el centro.
Mi padre era el más estricto de todos, como viese una falta de ortografía o algún tachón, me mandaba repetirlo. Es un hombre muy trabajador y le encanta su trabajo, informático. Tenía unos ojos marrones preciosos y un pelo castaño con un buen tupé.
Ese día cuando llegué, parecía especialmente enfadado. Suele estar cocinando la cena, pero ese día estaba discutiendo acaloradamente con quien quiera que estuviese hablando por teléfono, y era una pena porque estaba hambrienta. No es conveniente estar cerca de papá cuando no está muy contento. Pero ese día tenía mucha hambre. Por tanto, me armé de valor y fui a preguntarle qué había para cenar, con el fin conseguir que se diera cuenta de que no había hecho la última comida del día.
Mala decisión. ¡Se puso como un ogro! Que si estaba hablando por teléfono, que era una llamada importante, que no le interrumpiese… Por suerte vino mi madre a defenderme. Ella era la única que puede calmar a mi padre cuando está furioso. Si no llega a ser por mi madre me habría castigado por tener hambre.
Mi madre es una pelirroja superguapa. Es muy maja y comprensiva. Suele llevar un conjunto que le encanta, la camiseta es azul ultra claro, los pantalones vaqueros y de calzado unas sandalias lilas preciosas. Es cirujana y, al igual que a mi padre, le encanta su trabajo.
Para quitarme el susto me fui a jugar con mi hermana pequeña Susi. Le encanta jugar con sus muñecas y las cuida como si fueran sus hijas. Como se me cayera alguna se ponía a llorar y no había quién le calmara. Por eso siempre que entro en su cuarto tengo un cuidado extremo porque siempre las tiene tiradas por ahí, nunca las recoge. Sus favoritas son las de princesas Disney, aunque también le encantan las Barbies.
Mi hermana Susi tiene 5 añitos y es muy activa. Le encanta jugar, correr y bailar sin parar, aunque es bastante tímida. Es castaña con ojos marrones, como yo, y tiene la piel muy blanquita. Tiene un montón de monos vaqueros y es raro verle sin uno puesto.
Bueno, cuando entré me di cuenta de la tercera cosa rara del día, ¡Ella no estaba jugando con sus muñecas, si no que las estaba recogiendo!¡Ella nunca las recoge! Algo raro pasaba allí y yo pensaba descubrir el qué.
Primero papá se ha enfadado un montón (que él se enfada de vez en cuando pero no se ponía como se había puesto en la cocina), luego mi madre estaba en casa tan pronto (ese día trabajaba de noche) y para colmo, mi hermana recogiendo sus muñecas. Todo aquello era muy extraño…
Y era difícil dormirse con aquello, y casi no lo logro, pero no se me da muy bien pasar noches en vela. En los campamentos siempre soy la primera en dormirse y la última en despertarse, y es que duermo mucho. Estaba ya casi dormida cuando mi padre entró en la habitación. Me esperaba una buena bronca de las de verdad, de esas que despiertan a todo el vecindario, pero no. En vez de eso, me dijo lo siguiente:
– Lo siento por lo de la cocina, cielo. Es que estaba muy nervioso porque de repente ha surgido un problema en el trabajo y no hay nadie que se le ocurra cómo arreglarlo. – Lo decía en un tono como si me suplicase creerle, pero la verdad es que no parecía estar diciendo la verdad.
– Sí, tranquilo, pero me has asustado. Tiene que ser muy gordo lo que ha pasado para pegar ese grito. – Quería descubrirlo todo sobre su reacción, pero mi padre no era de esas personas que se les saca los secretos fácilmente.
– Y tanto que sí, – dijo casi riéndose. – resulta que en la prueba de luces para el concierto de un famosísimo cantante se han caído todos los focos y ahora no encontramos ningunos de repuesto. Lo hemos probado todo, pero no encontramos nada, por no incluir que ha habido un infarto en un trabajador, por lo visto era asmático y como tenía problemas con los nervios -pues se ha llevado un susto de muerte.
– ¡¿Y se ha muerto?! – Puede que a mi padre se diese bien guardar secretos, pero mentir, no tanto, y se notaba que mentía.
– ¡No! Y me alegro de que no sea así, pero ahora el cantante no se atreve a actuar y les están echando la culpa a los técnicos de luces. Bueno, me voy a dormir un poco. Buenas noches.
– Buenas noches.
Y tras decir aquello, se levantó y se fue. Durante toda la noche estuve pensando en aquellos sucesos tan extraños, pero decidí dejarlo estar, total todos tenemos días malos. Enseguida me dormí, pero soñé con la prueba que me había descrito mi padre y con el infarto de aquel técnico.
Al día siguiente me encaminé al colegio pensando en lo que había pasado a la noche. No encontraba una razón lógica a nada de lo sucedido. Papá tan enfadado, mamá tan pronto en casa, Susi recogiendo sus muñecas… Era muy extraño.
Solo conseguí olvidarme del tema cuando llegué al colegio y me puse a charlar con mis amigas. Mi mejor amiga se llama Nerea, aunque también son mis amigas Andrea, Olivia, Emma… Son super majas y a las cuatro les encantan los animales como a mí. Cuando entré en el patio, todas vinieron a contarme la noticia de la semana, la extrañísima desaparición de un guarda del zoo. Lo peor era que el guarda desaparecido era mi tío Antonio.
No sabía cómo reaccionar a eso. Mi tío, el tío que me había enseñado prácticamente todo lo que sabía de los animales, había desaparecido. No había ni rastro de él. Se sabía que había entrado, que una hora después entró al baño, pero que ninguna cámara había captado su salida. Nadie lo había visto desde entonces.
Pero, como, como, como… ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Por qué él?¿Quién querría secuestrarle? Por que había sido un secuestro, ¿verdad? O igual no. Tal vez se hubiese ido por su cuenta. Pero eso no tenía sentido. Al tío le gustaba su vida, pero… ¿Igual la tía y él habían discutido? No, no era eso.